martes, 23 de junio de 2015

La crema para el café, la leche que no dejaron ser

¿Qué pasa cuando no podemos ser quienes somos sino lo que los demás quieren que seamos?

“Haz esto” “Haz aquello” “Tú eres buena para esto” “No, eso no es bueno para ti” “Tienes talento pero mejor dedicate a otra cosa con más futuro” “No sabes lo que puedes lograr si haces esto”.

Estas y muchas más frases fueron las que oía día tras día de mi familia y amigos, comentarios que no me dejaban ser quien yo realmente quería ser. Siempre me limitaban a que fuera lo que para ellos estaba bien según su propia visión del mundo, pero nadie tenía en cuenta MI visión del mundo.

Nadie podía entender que mientras ellos veían espacios blancos en la pared, yo veía formas increíbles, imaginaba y creaba como si se tratase de una actividad vital en este mundo. Nadie entendía que el compás de una pieza de Chopin o de un buen flamenco me hacían volar a nuevos universos donde el ritmo se apoderaba de mi y me hacía sentir y crear. Nadie podía entender las historias que cada vez se desarrollaban más y más en mi cabeza, sin necesidades de esforzarme por imaginar, nadie entendía mi positivismo, nadie podía entender de dónde podía ver oportunidades dentro del caos, nadie entendía que lo único que teníamos que hacer era alejarnos un poco de nuestra realidad y ver desde otra perspectiva, con otros ojos, con ojos inocentes el mundo que nos rodea.

Fue así, como comencé una interminable batalla conmigo misma, intentando ser lo que todos querían y esperaban de mi, dejando de lado toda mi esencia, todo lo que yo realmente era. Y así comenzó mi historia, intentando ser alguien que no era solo por complacer a los que más quiero, alejandome de mi para estar más cerca de ellos. Pero cuando algo realmente no te gusta y te aleja de lo que eres, nada puede estar bien, así que al mejor ritmo de un jazz de BB King o de Etha Franklin, empecé a hacerle entender a todos que realmente no podía ser lo que ellos esperaban que fuera, que no podía perderme a mí misma por encontrar un simple vacío que se traduce en frustración e insatisfacción, que todo lo que quería era imagina, crear y sentir, que yo estaba hecha para cosas que ellos no entendían, que mi mundo no lo manejaba el tiempo sino los momentos.

Y entonces, de repente, cuando me abrí a todos y realmente entendieron quién era, el apoyo fue incondicional, porque finalmente si no eres feliz todos lo notan, tus energías cambian y éstas cambian tu entorno, haciendo que todos se sientan igual o peor que tú. Pero en el momento en que te encuentras feliz y pleno, todos lo notan y la armonía fluye desde adentro. Todo corre en perfecta sincronía, hay paz y plenitud. Entonces, el hacer lo que amas y te apasiona es el mejor negocio de todos, no lo que los demás te impongan, ten siempre presente que los demás no tienen porqué llevar las riendas de tu vida y mucho menos definir lo que eres, cuando muy pocos entienden realmente cuál es tu propósito y lugar en el mundo. 

Por si algunos se preguntan, no, no soy artista, bueno, no propiamente artista, pero en cierto modo sí, es decir, creo nuevos mundos a partir de conceptos, genero nuevas ideas a partir de necesidades, pero lo que creo no es algo contemplativo y sublime como una pieza de arte, lo que creo e invento con cosas útiles para las personas, cosas con las que se sientan identificadas y estimadas. Soy diseñadora, lo más cerca a un artista que quiere cambiar poco a poco las vidas de los demás a partir de detalles que me asombran del mundo y que pocos ven.

Sé quien eres, no dejes que nadie te limite, se tú mismo, auténtico y original. No seas como la crema para café, leche que no dejaron ser.

MCR